No, afirmar que Juan 10:30 respalda la doctrina de la unicidad modalista implica una serie de incongruencias teológicas. Los defensores del modalismo, como David Bernard, superintendente de la Iglesia Pentecostal Unida Internacional, argumentan lo siguiente:
«Como hombre, Jesús era uno con el Padre en el sentido de unidad de propósito, mente y voluntad (Juan 17:22). Como Dios, Jesús es uno con el Padre en el sentido de identidad con el Padre, es decir, Él es el Padre (Juan 10:30; 14:9).» — La Unicidad de Dios, pág. 192.
William Arnold III lo sostiene de una forma diferente a la de Bernard con el sentido de "uno":
«Entonces, si 'Yo y el Padre somos uno' significa 'Yo soy Dios', entonces Él debe ser Dios el Padre. Algunos trinitarios han señalado que el término 'uno' en este pasaje (griego: jen) es neutro, argumentando que esto denota una unidad de propósito. Sin embargo, es la misma palabra utilizada en pasajes como Efesios 4:4, donde se dice que hay 'un Espíritu', y nadie interpretaría esto como meramente una unidad de propósito.»
Los unicitarios latinos añaden que Juan 10:30 refleja la dualidad de naturalezas de Cristo — humanidad y deidad — coexistiendo en una sola persona, quien sería el Padre encarnado. Sin embargo, esta interpretación presenta serios problemas contextuales y lógicos en Juan 10:30.
Aunque, William pasa por alto que el argumento Trinitario sobre la unidad de propósito, no es solo por la palabra «εν» sino, junto con el «somos».
—Incongruencias en la interpretación modalista.
El contexto inmediato de Juan 10:30, específicamente el versículo 29, establece distinciones claras entre el Padre y el Hijo:
✓La frase “mi Padre” implica una relación que requiere distinción. Para que exista una relación Padre-Hijo, debe haber diferencias reales entre las personas que se relacionan.
✓La expresión “que me las ha dado” sugiere que el Padre le confiere algo al Hijo. Si no hubiera distinción, Jesús habría dicho: “Yo mismo me las he dado”. El lenguaje relacional pierde sentido si se refiere a una sola persona hablando consigo misma.
David Bernard reconoce esta distinción al describir al Padre como la deidad de Jesús y al Hijo como Jesús en su humanidad. No obstante, esta distinción entre las naturalezas plantea un dilema lógico.
—Dilema de la interpretación modalista en Juan 10:28-30
Según el unicitarismo, si la humanidad de Jesús es la que habla en Juan 10:28-29, la interpretación sería:
«Yo, la humanidad, les doy vida eterna, y nadie puede arrebatarlas de mi mano humana. Mi deidad, que es mayor que todos, me las dio a mí mismo.»
Este razonamiento resulta incoherente porque atribuye a la humanidad de Jesús atributos divinos como dar vida eterna y proteger a las ovejas con la misma autoridad que el Padre. Si bien los unicitarios sostienen que estas naturalezas corresponden a un solo sujeto, insisten en que las naturalezas distintas se aplica allí, lo cual, hace incompatible esta afirmación con la lógica de Juan 10:28-30.
Este dilema se puede plantear así: «Si la humanidad de Jesús está hablando, entonces esa humanidad debe tener la capacidad de dar vida eterna y el poder igualitario de su deidad.» Esto es problemático, ya que implica que la humanidad y deidad de Jesús tienen la misma facultad y/o atributos divinos. Pero nosotros aplicamos a la persona de Cristo.
-Juan 10:30, problema desde la visión unicitaria.
Volvamos a la postura unicitaria: ¿A qué se refiere el «somos» en Juan 10:30?
Para muchos de ellos, la frase «Yo y el Padre uno somos» significa que la dual naturaleza de Cristo (humana y divina) es lo que se está expresando en este versículo. En otras palabras, interpretan el pasaje como si Jesús dijera:
«Yo, en mi naturaleza humana, y el Padre, en su naturaleza divina, somos una sola persona.»
Sin embargo, esta interpretación tiene graves problemas teológicos y lingüísticos que la hacen insostenible, se desmorona rápidamente al analizarla en profundidad.
El término griego εν traducido como «uno» está en género neutro, no masculino. Si Jesús hubiera querido decir que Él y el Padre son una misma persona, en ese contexto, el término adecuado habría sido εις en género masculino. Sin embargo, al usar «εν» (neutro), Jesús está expresando unidad en naturaleza, esencia o propósito, no a qué son la misma persona. Este punto es clave porque incluso algunos unicitarios reconocen que este «uno» se refiere a la Deidad naturaleza divina. Y en esto estamos de acuerdo: Padre e Hijo son un solo Dios en esencia.
Si los unicitarios insisten en que el «somos» se refiere a la naturaleza dual de Cristo (humana y divina), entonces estarían afirmando que la humanidad de Jesús es divina. Esta lectura tiene una consecuencia teológica desastrosa: la humanidad de Cristo estaría siendo considerada Dios. Es decir, estarían divinizando la humanidad de Jesús. La humanidad es plenamente humana, y la divinidad es plenamente divina. Confundir ambas naturalezas sería caer en una herejía conocida como apolinarismo o monofisismo, que niega la plena humanidad de Cristo.
Ahora bien, bajo la interpretación unicitaria, el versículo quedaría así:
«Yo (en mi humanidad) y el Padre (en su divinidad) somos un solo Dios.»
Si ellos responden que el «yo» no se refiere a la humanidad de Cristo, sino a la persona o sujeto, entonces están confirmando la postura trinitaria. ¿Por qué? Porque estarían reconociendo que Cristo, como persona, se distingue del Padre. Y aquí está la clave: el verbo «somos» indica pluralidad personal, no pluralidad de naturalezas dentro de una misma persona.
El verbo «somos» (en griego ἐσμέν) es una forma plural que indica una distinción entre el sujeto que habla (Jesús) y el Padre. En todo el Nuevo Testamento, el «somos» nunca se refiere a una sola persona o a una naturaleza dual, sino a una pluralidad de personas.
En todos estos casos, el «uno» no borra la distinción personal, sino que enfatiza la unidad en naturaleza o propósito.
La teología trinitaria resuelve este problema de manera coherente. El «uno» en Juan 10:30 se refiere a la unidad de esencia entre el Padre y el Hijo, mientras que el «somos» refleja la distinción de personas. Es decir, el Padre y el Hijo son un solo Dios en esencia, pero dos personas distintas en relación. Por lo tanto, cuando Jesús dice «Yo y el Padre uno somos», el «uno» indica unidad de esencia y el «somos» implica pluralidad personal dentro de esa unidad.
—La objeción unicitaria: «¿Acaso dice 'somos dos'?»
Algunos unicitarios absurdamente dicen: «El texto no dice 'somos dos', por lo que no se puede afirmar que el Padre y el Hijo sean dos personas.»
Esta pregunta es irrelevante, porque el «somos» ya implica pluralidad. No es necesario que el texto diga «dos» para entender que hay una distinción entre el Padre y el Hijo. El «uno» en género neutro refuerza que la unidad es en esencia, no en persona.
No es necesario especificar «dos», de la misma manera que cuando decimos «Pedro y Juan son amigos», no tenemos que añadir «son dos amigos» para entender que son dos personas distintas.
Si el «somos» se refiriera a naturalezas en una sola persona, entonces en otros pasajes donde se usa «somos» deberíamos interpretar que los participantes son una sola persona, lo cual es absurdo. El uso del plural solo tiene sentido si hay una distinción real entre el «Yo» (Jesús) y el «Padre».
-Juan 10:30 y Rom 12:5
Un paralelo sintáctico que refuerza el significado correcto de Juan 10:30 lo encontramos en Romanos 12:5, donde el apóstol Pablo dice:
«somos un cuerpo»
«εν σωμα εσμεν»
Aquí, Pablo afirma que todos los creyentes «somos» (εσμεν, plural) «un» (εν, neutro) «cuerpo» (σωμα, neutro).
Si aplicáramos la lógica unicitaria a este versículo, tendríamos que concluir que todos los creyentes son literalmente una sola persona, lo cual es absurdo. Sin embargo, sabemos que este pasaje no significa que todos los creyentes se fusionan en una sola persona. Más bien, son muchas personas distintas, pero que son en un solo cuerpo, la iglesia.
Al igual que en Romanos 12:5, el término «uno» (εν) está en género neutro, lo que indica unidad en propósito. El verbo «somos» (εσμεν, plural) refuerza la distinción entre el Padre y el Hijo como dos personas de la única Deidad.
Así como los creyentes son muchos, pero sim un solo cuerpo, el Padre y el Hijo son distintos en persona, pero uno en esencia divina.
—Una vista sobre ambos textos.
1. Unidad en Romanos 12:5:
— La unidad aquí es «orgánica y funcional». Los creyentes son “un cuerpo» en Cristo, lo que significa que comparten una misma fe, un mismo propósito y una misma vida espiritual, pero siguen siendo personas distintas.
— El «uno» (εν) en este contexto se refiere a la unidad de la Iglesia como un solo cuerpo.
2. Unidad en Juan 10:30:
— La unidad aquí es «esencial y ontológica». Jesús y el Padre son «uno» en naturaleza, esencia y deidad, pero el «somos» (εσμεν) indica una distinción personal entre el Padre y el Hijo.
— El «uno» (εν) en este contexto se refiere a la unidad de la naturaleza divina, no a la identidad personal. Es decir, el Padre y el Hijo son un solo Dios, pero no la misma persona
Aunque el sentido del εν, uno, tienen algunos matices diferentes, el sentido del «somos» refleja el mismo significado «pluralidad de personas». Y si tú, amigo unicitario, quieres contra restar que el «somos» no se aplique a alguien, sino a meras «manifestaciones o naturalezas», evidencia con un texto donde el «somos» (griego esmen) se aplique a «cosas, naturalezas, manifestaciones o papeles de una misma persona» en las Escrituras neotestamentaria.
—Conclusión:
La interpretación unicitaria de Juan 10:30 cae en dos errores fundamentales:
—Ignorar la gramática griega – El uso del neutro «uno» (εν) y el plural «somos» εσμεν deja claro que Jesús y el Padre son dos personas distintas que son de la misma esencia divina.
—Incoherencia teológica – Al afirmar que el «somos» se refiere a las naturalezas de Cristo, terminan divinizando la humanidad de Jesús, lo cual contradice la distinción bíblica entre la naturaleza divina y la humana de Cristo.
Por el contrario, la interpretación trinitaria mantiene la distinción entre las personas del Padre y del Hijo, mientras afirma su unidad en esencia y propósito. El «uno» en género neutro y el «somos» en plural son claros indicadores de que Jesús y el Padre son un solo Dios, pero no una sola persona.
Y recalcamos, no estamos negando la doble naturaleza de Cristo, solo que allí, no se está refiriendo a eso, sino a su persona con la persona del Padre.
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